Como profesional del Arteterapia, resuelvo cada año algunas dudas que me plantean personas que no conozco, que han visto la web, que hicieron algún taller conmigo tiempo atrás, que tienen interés en cursar el máster universitario y me llaman o escriben para preguntarme, y otras veces es el alumnado que realiza sus trabajos de fin de grado (TFG) quienes me consultan sobre bibliografía o cómo funciona el Arteterapia en relación ala intervención social.
Además, como profesora universitaria tengo la fortuna de poder acompañar a
estudiantes universitarias/os que se interesan por el Arteterapia y el
uso de la creatividad en la intervención social, y es de hecho una de las líneas de investigación que ofrezco dentro de los créditos que imparto de TFG.
Recientemente, una alumna me contactó para realizarme una entrevista, pero dado que era época de vacaciones no pudimos vernos en persona. Sin embargo, le propuse que me pasara las preguntas de la entrevista por escrito, y se las mandé para que pudiera incorporarlas a su TFG.
Me pareció interesante no dejar esa "conversación escrita" en el secreto entre ella y yo, o entre quienes puedan leer su trabajo, de modo que le dije que las colgaría en mi web para posible uso y conocimiento de otras/profesionales de la intervención social y artetereapéutica.
Lo que aquí se recoge son casi todas las preguntas que ella me hizo, con mis respuestas, enfocadas a un TFG del Grado de Trabajo Social. Algunas de las respuestas podrían ampliarse y encajar en otras profesiones de la intervención social y del acompañamiento psicoterapéutico, por lo que puede ser útil a otras personas.
Por supuesto, ésto es sólo mi visión subjetiva y humilde de lo que se podría responder, pero me apetece compartirlas con el mundo como forma de seguir aportando semillas que introduzcan el desarrollo del Impulso de Creatividad y la toma de conciencia de las emociones como forma de empoderamiento en nuestras vidas.
Inmaculada Sánchez Márquez
ENTREVISTA REALIZADA POR Mª ÁNGELES PRIETO DELGADO:
1.
¿Cuántos años lleva ejerciendo la profesión?
Llevo 19 años ejerciendo la profesión de
trabajadora social, la cual he ido enriqueciendo con otras formaciones que me
permiten tener un perfil profesional muy completo y polifacético. A lo largo de
estos años he trabajado en el mundo de las ONG con diversos colectivos
(voluntariado, participación ciudadana, exclusión social, sin hogarismo,
prisión, prostitución, trata de personas, inmigración, educación para el
desarrollo...), como formadora independiente para entidades públicas y
privadas, y como profesora del Departamento de Trabajo Social y Servicios
Sociales en la Universidad Pablo de Olvide. Desde 2011 dirijo el proyecto de
empoderamiento y desarrollo personal "Terapias con Arte", y ahora
estoy gestando mi nueva hija-idea laboral, "Mujer Semilla".
2.
¿Ha estado continuamente formándose dentro de la
rama de Trabajo Social?
La formación continua ha sido algo muy importante
para mí, desde formaciones académicas como la licenciatura de Antropología, el
máster en Ciencias Social o un especialista en Investigación-Acción
Participativa, pasando por formaciones privadas de pocos días o de larga
duración. Todas y cada una de ellas me han aportado mucho, no sólo en el plano
del conocimiento, sino también en el desarrollo de habilidades profesionales y
personales en Coaching Integral, que me abrió las puertas al trabajo con las
personas desde su potencial, para continuar con el Máster en Arteterapia, que
me hizo crecer, descubrirme como persona creativa y que me hizo enamorarme de
esta nueva profesión. De algún modo, era poner nombre, base y estructura a algo
que ya venía haciendo. A partir de ahí, no puedo concebir el trabajo con las
personas sin atender a las emociones.
La última formación importante que he
terminado es la de Terapeuta Corporal Integrativa (TCI), que supone un punto de
inflexión en mi vida personal y profesional. Así pues, el trabajo con el cuerpo
y la creatividad, atendiendo al pensar-sentir-actuar, son mis formas preferidas
de trabajo con las personas y que integro en la profesión del Trabajo Social.
La formación continua me ha permitido pues, nutrir a mi primera profesión de
trabajadora social con otras profesiones que se complementan perfectamente,
para acompañar a las personas desde una comprensión holística del ser humano.
Al mirar atrás en el tiempo veo que mi vida ha sido y es como un puzzle, donde
algunos hobbies o situaciones personales han sido llave de paso a otras. Por
ejemplo, mis estudios como bailarina me llevaron al Arteterapia, o un problema
de espalda me llevó a la TCI. Todo cobra sentido en mi camino vital, donde lo
personal y profesional van cogidos de la mano. Ahora, tras mi reciente
maternidad, mi camino continúa formándome en atención emocional en el post
parto, y quién sabe por dónde la Vida me permitirá seguir caminando...
3.
Con respecto
al Arteterapia como recurso dentro de la profesión de Trabajo Social, ¿podrías
explicarme en qué consiste?
Ante todo, quisiera aclarar que el Arteterapia es
una disciplina especializada y que requiere, para su correcta utilización, de
una cualificación profesional, de una supervisión y de un trabajo personal del
arteterapeuta sobre sí mismo/a. Pero, aunque sea una profesión independiente y
necesitada de ser estudiada, es un complemento perfecto para la profesión del
Trabajo Social.
Las/los trabajadoras/os sociales luchamos por
alcanzar el bienestar biopsicosocial de las personas, grupos y comunidades a
las que acompañamos, y hemos de buscar las estrategias que nos faciliten
alcanzar ese bienestar. Es ahí donde podemos encontrar muchas experiencias que
han explorado con los lenguajes artísticos y creativos como forma de
acompañamiento al empoderamiento de esas personas, grupos o comunidades.
En ese
sentido, durante décadas se ha explorado desde la utilización del teatro, de la
música, de la danza, el cuerpo, el movimiento..., entre otros, para acercarse a
las personas, establecer un canal de comunicación viable y cercano, ganarnos su
confianza para poder ser sus acompañantes en la consecución de sus objetivos
vitales, resolución de problemas y/o empoderamiento, darles a conocer nuevos
hobbies, capacidades y conocimientos, explorar en las emociones que estas
herramientas permiten sacar, y facilitar la autoestima que permite reconocernos
como personas creativas y con capacidades que antes desconocíamos. Todo ello,
con un fin mayor como es el de ser capaces de llevar esos aprendizajes y
fortalezas a sus propias vidas cotidianas, individuales, grupales y
comunitarias, más allá de quedarse en la mera práctica de un taller recreativo.
Además, como nos cuenta el autor Antonio Pacheco
en su libro “Ego, Esencia y Transformación”, las
personas tenemos cuatro impulsos esenciales desde el momento de nuestro
nacimiento. El impulso de ser libres, el impulso de conocer, el impulso de amar
y sentirnos parte de un todo, y el impulso de creatividad.
Estos impulsos, sin
embargo, se ven coartados por el proceso de socialización, en el que, a través
de la familia, el colegio, la religión, los medios de comunicación, el
Estado... aprendemos cuáles son las formas de pensar, sentir y actuar para que
nos quieran, nos acepten y pertenecer al grupo. En ese sentido, hablando en
particular sobre el impulso de creatividad, la niña o el niño aprenden desde su
más tierna infancia lo que está permitido y valorado y lo que no, dejando mermada
y escondida su verdadera creatividad. Así pues, desde la guardería aprendemos
que no podemos salirnos del círculo al dibujar, que un elefante se tiene que
pintar de gris y jamás de verde, que las matemáticas se resuelven de manera muy
concreta y hay que memorizarlo, que no puedo vestirme de tal o cual manera para
salir a la calle, que sólo saben dibujar quienes han estudiado Bellas Artes...
Según la definición de “Trabajo Social” de la
Federación Internacional de trabajo Social (FITS) “El trabajo social es una
profesión basada en la práctica y una disciplina académica que promueve el
cambio y el desarrollo social, la cohesión social, y el fortalecimiento y la
liberación de las personas. Los principios de la justicia social, los derechos
humanos, la responsabilidad colectiva y el respeto a la diversidad son
fundamentales para el trabajo social. Respaldada por las teorías del trabajo
social, las ciencias sociales, las humanidades y los conocimientos indígenas,
el trabajo social involucra a las personas y las estructuras para hacer frente
a desafíos de la vida y aumentar el bienestar”. Parto de esta definición para, de manera práctica, poner ejemplos de cómo
el Trabajo Social se puede unir al Arteterapia para conseguir algunas de las
cuestiones explicitadas en su definición. Son sólo algunos ejemplos de los
cuales yo he sido partícipe como profesional del trabajo social y del
Arteterapia, cada profesional tendrá los suyos propios:
- Fortalecimiento
y la liberación de las personas: realizo usualmente talleres con grupos de
mujeres, con un objetivo de empoderamiento feminista y femenino. Se trata de
talleres donde se analiza el sistema patriarcal y las opresiones que sufrimos
las mujeres en nuestro día a día, llevando esto a la emoción y al cuerpo.
Posteriormente, aprendemos a diferenciar entre necesidades y deseos, rescatamos
nuestros saberes, nuestras potencialidades, y los compartimos con el grupo,
cogiendo fuerza para vivir de manera más consciente, liberándonos de las cargas
aprendidas, compartiendo para sacar del tabú, rescatando lo que de verdad somos
como seres humanos desde la sororidad (apoyo entre mujeres).
· -
Derechos
humanos: con personas inmigrantes he realizado talleres para la Fundación
Cepaim o la Asociación Claver. En concreto, con la Fundación Cepaim he
trabajado con personas que han realizado un proceso migratorio, atravesado el
Estrecho en patera, sufrido todo tipo de abusos, vejaciones y dificultades, y
que han visto morir a personas en el camino. En ocasiones, la toma de
conciencia de que lo que se ha vivido no es justo, ni legal, que es una
violación de sus derechos como persona, ayuda a dar comienzo a todo un proceso
de duelo por lo vivido y perdido. Poder rescatar de la memoria, del cuerpo y
del corazón lo vivido, y exponerlo de forma segura en un contexto creativo y de
apoyo entre iguales, permite que la persona pueda liberarse en parte del peso
del pasado y proyectarse hacia su nueva vida.
· -
Responsabilidad
colectiva: recuerdo los múltiples talleres que he realizado en centros
escolares, trabajando para la Ong Intered, a través de una campaña ecofeminista
sobre las tareas de cuidados. A través de talleres de Arteterapia trabajé con
el alumnado la importancia de los cuidados que habíamos recibido en nuestras vidas
para que éstas fueran posibles (quién me hace la comida, quién me lava la ropa,
quién me da un abrazo...), reflexionando sobre la importancia de éstas labores
y del poner la vida en el centro de nuestras sociedades, lo cual es una
responsabilidad individual, de hombres y mujeres, de las empresas y Estados.
Como ciudadanía debemos ser conscientes de ello y luchar por unos cuidados
corresponsables y valorados, pasando tal vez a convertirnos en “cuidadanía”.
Estas experiencias están recogidas en el libro “Universo de Emociones.
Experiencias de Arteterapia y Cuidados para la Movilización Social”
·
-
El respeto a la
diversidad: en los talleres grupales de Arteterapia que he realizado, en
ocasiones hay personas de diferentes edades, sexos, procedencias, colores de
piel, idiomas... En concreto, recuerdo con especial cariño un taller con
mujeres y hombres donde se hablaba inglés, francés, árabe marroquí, ucraniano y
castellano. Por supuesto, yo no hablo todas estas lenguas, pero entre las
personas que estábamos allí presentes nos íbamos ayudando a crear una
comunicación y una calidez de escucha, donde se tocaron emociones muy profundas
a pesar de no entenderlo todo con los oídos.
·
-
Involucra a
las personas para hacer frente a desafíos de la vida y aumentar el bienestar: a
través de las sesiones de Arteterapia (individual, en pareja o grupal), la
persona pone conciencia sobre sí misma, sobre su vida, sus procesos vitales de
pasado, presente y futuro, se libera de cargas pasadas y aprende nuevas maneras
de mirar la realidad, reconociéndose como personas creativas y aumentando la
autoestima. Además, en las sesiones se “juega” la resolución de conflictos que
luego pueden ponerse en práctica en la vida real, aumentando de ese modo el
bienestar en sus vidas. Y por supuesto, conlleva la comprensión a nivel interno
de cómo funciona la psique, con sus personajes internos del ego, para aprender
a distinguirlos y así poder observar su funcionamiento. Esto nos permite
desapegarnos de esas voces internas que nos desvaloran, nos enjuician y nos
persiguen y que no nos dejan vivir desde nuestras potencialidades y desarrollar
nuestro verdadero Ser (con mayúsculas). Se trata, desde el enfoque de
Arteterapia Humanista e Integrador que yo aplico, de facilitar que los tres
centros de la persona, el pensar, sentir y actuar, estén en consonancia,
estableciendo una vida donde la persona tenga claras sus necesidades y las
diferencie de sus deseos, con conciencia de las somatizaciones en los cuerpos
de todo lo que pensamos, hacemos y vivimos, tomando la responsabilidad de
construir una vida más sana para sí y para los demás.
4.
¿Por
qué considera importante integrar el arte dentro del Trabajo Social?
Más que integrar el arte, lo que considero
importante es integrar la parte creativa de los seres humanos. Hay que tener
cuidado cuando hablamos de “arte”, porque este puede entenderse exclusivamente
como un área donde sólo los/as que son buenos/as, los/as que han estudiado, los/as
que son talentosos, pueden entrar. Y entonces reproducimos el “es que a mí no
se me da bien”, “yo es que no sirvo para bailar”, “yo es que no sé dibujar”,
con sus correspondientes bloqueos mentales, emocionales y físicos que llevan al
“no puedo”.
Lo creativo, en sus múltiples formas, es una parte
esencial de los seres humanos. Sin el reconocimiento de que somos personas
creativas, a pesar de no saber dibujar o bailar como dice la norma, tengo una
parte de mí que está dormida, muerta. El ser capaz de reconciliarme con esa
parte, me libera, permite mirarme hacia adentro, sacar emociones, me permite
poner gestos, colores... a lo sucedido. Me permite abrirme al mundo, y sacar lo
mejor y lo peor de mí, integrando ambas polaridades, reconociéndolas y
permitiéndolas existir sin juicio. El Trabajo social ha de saber rescatar esta
parte creativa de los seres humanos para su liberación y recuperar su potencial
interior.
Y si el trabajo ha de dar un paso más, no sólo con
lo creativo, sino también con lo artístico en el sentido de lo normativo, de lo
que se estudia, de lo que tiene una técnica, pues también puede ser un área más
de trabajo. Todo depende de las personas con las que trabajemos, y de los
objetivos que tenemos nosotras en nuestro acompañamiento y del que ellas tienen
para sí mismas. Por ejemplo, podríamos trabajar a través de lo
artístico-normativo con un grupo de adolescentes de un barrio con necesidades
especiales, se me ocurre por ejemplo con talleres de danza hip-hop, donde hay
unas normas de pasos, una forma de hacerlo bien, donde se te puede dar bien o
mal. Sólo habría que tener cuidado de que nadie quede fuera del grupo porque no
se le da bien bailar, pero entendiendo que todo el mundo tuviera aptitudes para
el baile, puede ser una forma de trabajo de empoderamiento, de prevención de
drogodependencias, de prevención y detección de bulling, de violencias de
género...
Pero si dentro de este grupo, no todo el mundo
tiene capacidad para el baile, tal vez sea más indicado el trabajar desde el
movimiento expresivo, desde la biodanza... que son formas de movimiento y
trabajo corporal que no necesitan aprender técnica y que no importa si ha
salido bien o mal, porque no es lo estético lo que prima sino el trabajo
interior y grupal que se produce.
En el caso del Arteterapia este es uno de sus
valores, nada tiene que quedar bonito y lo que importa es lo que la creración
artística (un dibujo, una figura, algo en 3D, un movimiento, un sonido...)
signifique para la persona y pueda hablar de su mundo interior. Por ello, es
ideal para trabajar con personas que no tiene facilidad de palabra, que no
pueden hablar de lo vivido, que están desconectadas de su cuerpo y emociones...
5.
¿Cómo
definirías la relación de ayuda que se puede dar con esta técnica?
Aclaro que el Arteterapia no es sólo una técnica,
sino una disciplina. Otra cosa es que desde el Trabajo Social haya
profesionales que lo puedan usar, como disciplina completa con todas sus
potencialidades, o sólo como una técnica. Si lo he estudiado como profesión a
través de un Máster, además de la carrera, podré exprimir y sacarle un jugo que
no podré si sólo he estudiado Trabajo Social.
Porque es necesario aprender no
sólo a hacer propuestas artísticas como podría ser la típica de “hacemos una
visualización y te imaginas un rosal, luego dibujas el rosal, haciendo después
una reflexión proyectiva de que yo soy ese rosal con sus cualidades”. Si te
quedas en eso, puede estar estupendo y ser útil, pero si además tienes
conocimientos profesionales como arteterapeuta, podrás ayudar a esa persona
desde otro lugar. Por ejemplo, podrás indagar mejor en la obra realizada,
sabrás cómo funciona la psique del ser humano, y podrás acompañarla a
desenmarañar bloqueos en sus pensamientos, en sus creencias, en su forma de ver
la realidad... Y, sobre todo, algo importantísimo, es que, si te has formado
como arteterapeuta, has de tener hecho un trabajo de terapia sobre ti misma/o.
Es decir, has ido a sesiones de arteterapia o psicoterapia, probablemente
durante varios años, lo cual te ha permitido sanar cosas de tu ida,
comprenderte mejor, toparte con tus luces y sombras, tocar con tus dolores y
vergüenzas profundas, con tu vulnerabilidad, y también con tus fortalezas. De
este modo, la relación de ayuda puede ser de ser humano a ser humano. Porque
nadie que o haya nadado en sus inmundicias puede ayudar otro a salir de las
suyas.
Pero volviendo a tu pregunta, la relación de ayuda
a través del Arteterapia se hace muy especial, porque se establece un diálogo
triangular entre la persona, la obra creada y la/el profesional. El/la
arteterapeuta acompaña a la persona durante el proceso de creación, desde el
silencio y escucha, observando los gestos, posturas, reacciones, pasos,
materiales, dificultades... Después, una vez realizada la obra, le ayudará a que
la persona le pregunte a la obra, y de este modo, la conversación es
tripartita. Es decir, si le preguntamos a la obra, ésta responde por boca de la
persona. De este modo, es más fácil hablar de temas que puedan ser dolorosos.
Además, la persona ha elaborado la obra desde la consigna de que no tiene que
quedar bonita, y ha podido crear desde su parte intuitiva y creativa, desde el
hemisferio derecho del cerebro, lo cual permite que ciertas informaciones
salgan sin que la persona se lo haya propuesto. Como anécdota, contar que es
muy común que la persona comente que eso no es lo que quería crear, y se sienta
sorprendida no sólo por el resultado físico sino por el significado de lo que
la obra cuenta.
Por otro lado, mencionar que es muy importante que
la persona confíe en el/la profesional que le acompaña. Lo que sana no es la
terapia, es la relación entre terapeuta-persona. De hecho, en Trabajo Social
solemos decir que la mejor herramienta que tenemos es a nosotras/os mismas/os
como profesionales, nuestra propia persona. A más íntegras seamos, a más
trabajo personal de autoconocimiento tengamos hecho, estaremos más “limpias”
para podernos poner a disposición de la otra persona para acompañarla en suida.
Además, es importante, como profesional, ir realizando
la supervisión periódica de nuestro trabajo, asistiendo a sesiones con otro/a
profesional que nos ayude a ver si estamos realizando proyecciones de nuestras
necesidades y deseos egóicos sobre la persona, grupos o comunidades a la que
acompañamos, y que nos ayude a resolver los conflictos y dificultades que el
trabajo de acompañamiento conlleva.
6.
¿Se
puede resolver cualquier tipo de conflicto con el Arteterapia?
Se puede trabajar y acompañar casi cualquier
conflicto interno a través del Arteterapia, lo cual no significa que siempre se
pueda resolver. El trabajo terapéutico no es una pastilla que tomas y ya todo
está resuelto, en ocasiones resolver algo conlleva mucho trabajo a lo largo del
tiempo. Pero, ante todo, lo importante es que la propia persona desee realizar
un trabajo de exploración sobre sí misma, que ponga voluntad y fe en la
terapia, que pueda solventar los altibajos que suceden en un proceso
terapéutico.
Pero es importante destacar algo, a pesar de vivir
en una sociedad de la inmediatez donde queremos que todos nuestros problemas se
solucionen a golpe de tarjeta de crédito. El trabajo sobre sí misma/o, el
autoconocimiento, el empoderamiento, es un camino para toda la vida y conlleva
no sólo resolver un conflicto concreto. Las vicisitudes de la vida van a ir y
venir, y en ese camino puede ser importante ir contando de vez en cuando con
personas que puedan acompañarnos, hoy desde el Trabajo Social, mañana desde el
Arteterapia, desde otras formas de psicoterapia...
7.
¿Qué
duración tiene la utilización de esta técnica en la intervención con la
persona?
La respuesta es tan variable como personas hay en
el mundo. Dependerá de las necesidades de cada cual, de la situación vital...
He conocido a personas que en una sola sesión han visto la luz de un tema que
les preocupaba, otras que en un taller temático de cuatro sesiones han abajado
un tema que les era de gran importancia, otras que han estado meses en sesiones
individuales hasta que la persona y la profesional han considerado/sentido que
había que cerrar, otras que están años, otras que están un tiempo con un/a
profesional, a los años con otra...
8.
¿Qué
motivación le llevó a profundizar en esta técnica? ¿De dónde vino esa
motivación?
De pequeña estudié un año de ballet clásico, pero
tuve que dejarlo para estudiar en el instituto. Se me quedó la espinita del
baile clavada, y ya de mayor, ejerciendo como trabajadora social, comencé a
estudiar danza oriental (danza egipcia). Incluso estuve trabajando como
profesora de danza, haciendo espectáculos y ganando dinero con esta profesión.
Se convirtió en algo muy prioritario en mi vida, hasta tal punto que prefería
trabajos de media jornada como trabajadora social para poderlos compatibilizar
con la danza.
Pero lo mejor de todo es que yo sentía cómo mi
cuerpo y mis emociones se transformaban en cada sesión, convirtiéndose la danza
y el movimiento en algo que me hacía sentir muy bien, empoderada, o que a veces
me hacía tocar con mis partes oscuras del ego.
A la vez, tuve un accidente de tráfico,
rompiéndome el sacro y sufriendo muchos dolores durante largo tiempo en mi
vida. Sin embargo, la danza me ayudó a mejorar, a tener más conciencia de mi
cuerpo y mi respiración. Un algún momento, busqué información sobre
danzaterapia, hablé al respecto con varias profesionales, pero resultó que las
formaciones sobre esa disciplina no existían en Andalucía, y no estaba
dispuesta en esos momentos vitales a cambiar mi vida para irme estudiarla
fuera.
En el año 2010 llegó a mi correo de la Universidad
Pablo de Olavide, donde ya trabajaba como profesora, información sobre un
máster de Arteterapia en la misma universidad. Inicialmente lo descarté, porque
justo acababa de terminar un máster en
Ciencias Sociales y estaba terminando otro de Coaching. Tres másters ya, y tan
seguidos, me parecía excesivo. Sin
embargo, un día caminando por el pasillo de la universidad me encontré con un
compañero del Departamento, que me preguntó si me interesaba el máster de
Arteterapia, y que él se había apuntado. Sentía como si un neón luminoso estuviera
ante mí, como si realizar esa formación fuera algo irresistible, y siguiéndome
por la intuición, me matriculé. Cada día que pasé en esa formación, sentía que
estaba en el lugar correcto, y que ante mí se abrían puertas interiores y
exteriores maravillosas. Para mí fue una experiencia vital que me ayudó a
empoderarme en mi vida, reconociendo a partir de ahí que soy una persona
creativa (todas lo somos). Y lo más curioso de todo, es que sentía a que desde
el trabajo Social yo ya había hecho algunas experiencias similares al
Arteterapia con mi alumnado y con las personas a las que había impartido
formación continua o había intervenido/acompañado. De este modo, un puzzle
parecía ir creándose con las piezas de mi vida personal y laboral. Y tuve claro que a partir de ahí el trabajo
con las emociones debía ser algo imprescindible en las intervenciones que
realizara como trabajadora social, y que utilizaría el Arteterapia junto a mi
profesión siempre que pudiera.
Como no siempre es bienvenida esta forma de
trabajo, también decidí apostar por crear mi propio proyecto laboral,
dirigiendo el Proyecto “Terapias con Arte”. De este
modo he podido “parir mis propias hijas-idea", talleres grupales o
sesiones individuales que han sido importantes para mí y para las personas que
las han vivenciado. Incluso las más subversivas, como pudiera ser el “Curso de
Vuelo para Brujas que Olvidaron que Lo Son”, pude llevarlas a la Universidad.
9.
¿Qué
impacto cree que produce en los profesionales la especialización en este
ámbito?
Cada profesional es un mundo, y no puedo asegurar
lo que a cada cual le pueda aportar, pero basándome en mi propia experiencia,
en la del alumnado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Pablo
de Olavide que ha asistido a mis sesiones, así como la formación experiencial que
he facilitado a profesionales de la intervención social y la educación, me
aventuro a decir que supone, ante todo, un empoderamiento personal.
Redescubrirte como persona creativa, aumenta tu autoestima, te da herramientas
para expresar tus conflictos y situaciones vitales de otro modo, te regala un
lenguaje más con el que poder expresarte. Te hace más consciente de ti, de tus
emociones y necesidades, de tus vulnerabilidades y potencialidades. Permite
estar en paz con el pasado, y hacerte cargo de tu propia vida desde la
responsabilidad y conciencia, dejando de culpar a los demás, al mundo o al
pasado de las situaciones dolorosas o difíciles.
Esa nueva visión interior, permite a su vez
convertirte en un/a mejor profesional, más conectada con una/o misma/o, para
poder enfrentarnos a los problemas del trabajo cotidiano con mayor sabiduría
interna. Y por supuesto, para ponernos frente a las personas a las que vamos a
acompañar desde la humildad y la experiencia que da el haber recorrido un
camino propio de autoconocimiento y desarrollo personal. Si queremos contribuir
a transformar el mundo desde el
Trabajo Social, debemos antes empezar
por transformarnos a nosotras/os mismas/os. ¿Cómo osamos en Trabajo Social
decir que vamos a ayudar al mundo si antes no nos hemos parado a saber quiénes
somos, a resolver nuestros propios conflictos internos, si no nos ayudamos a
nosotras/os mismas/os? Ya lo decía el
Oráculo de Delfos en la antigüedad, cuyo mensaje sigue estando vigente hoy en
día y nos interpela: “Conócete a ti mismo”.
Por supuesto, el Arteterapia no es la única forma
de realizar un proceso de autoconocimiento, hay muchísimas formas de caminarlo
a través de psicoterapias, espiritualidad, coaching, meditación, otras terapias
artísticas (danzaterapia, musicoterapia, dramaterapia..), Escuelas de Vida,
técnicas psicocorporales, constelaciones familiares,… El número es
incalculable. Cada cual ha de utilizar
la que sienta más íntegra y le resuene más, y la vez, se pueden utilizar
diversas formas a lo largo de la vida, sumando cada cual algo a “ese potaje”
del crecimiento personal.
Otra cuestión importante es que el conocimiento y
domino de nuevas maneras de relacionarnos con las personas a las que
acompañamos, en esta ocasión a través de la creatividad y las emociones a
través del Arteterapia, nos permite acercarnos de manera amable y no invasiva a
las personas. En las sesiones individuales o grupales es sencillo crear
ambientes de respeto, de escucha, de confianza, apertura del corazón, y la
persona se encuentra más receptiva al acompañamiento desde el Trabajo Social,
mostrando partes más veraces de sí misma y con más posibilidades de calado de
la intervención social en su vida. Además, le permite empoderarse en un área de
sus vidas que frecuentemente ha sido olvidada, como es la creatividad, y que es
necesaria para el desarrollo de nuestro Ser.
10.
¿Cree
que el/la profesional es consciente de que es un recurso en sí mismo?
Esta idea la enseñamos a nuestro alumnado de
Trabajo Social en la Universidad, en diversas asignaturas y momentos, pero a
veces creo que se queda en la mera idea, no la llevamos al corazón y por ende
no la llevamos a la acción. Por ejemplo, cuando una persona no se conoce
verdaderamente a sí misma, cuando no ha caminado en la senda del
autoconocimiento aunque sea un poco, afronta la vida y su profesión desde sus
miedos, sus proyecciones, voces internas que nos dicen que no somos capaces y nos obligan a ponernos
máscaras de “sabelotodos”, somos fácilmente susceptibles a la crítica y
opiniones externas, nos autoexplotamos y nos permitimos explotar, creamos
relaciones insanas en el trabajo, con las personas con las que trabajamos, nos
creemos que el otro es un flojo, un
perdido, que no merece ayuda, le damos consejos basados en nuestras
proyecciones, no comprendemos el sufrimiento ajeno porque ni siquiera nos
atrevemos a pararnos a sentir el nuestro, somos tan poco humildes de creer que
y a formar que nosotros no necesitamos ayuda y que ya nos conocemos de sobra,
desconocemos lo que es un introyecto, una proyección, una contraproyección y de
cómo eso afecta a la práctica profesional... Bueno, eso son sólo algunos
ejemplos de las miles de posibilidades que podríamos comentar.
Si de verdad fuéramos conscientes de que las/os
trabajadoras/es sociales somos un recurso en sí mismo, nos preocuparíamos tal
vez más por “estar más limpios” a nivel interno, por ser más consecuentes con
lo que pensamos-sentimos-hacemos. En las profesiones de ayuda vinculadas a la
psicoterapia es obligatorio el trabajo personal de terapia y la supervisión de
casos, algo que no se exige en Trabajo Social y que queda al libre albedrío de
cada cual.
11.
¿Cree
que el método de enseñanza en el grado de Trabajo Social es el correcto?
No es sencillo responder a esa pregunta, puesto
que los métodos de enseñanza pueden variar una asignatura a otra, de un/a
docente a otro/a, así como diversas puedan ser las metodologías en cada
Universidad del mundo donde se enseña nuestra profesión.
Para mí sería importante que el alumnado pudiera
realizar un trabajo de autoindagación donde mente-emoción-cuerpo se
contemplaran por igual, en vez de un sistema de enseñanza donde la mente es el
único centro que se trabaja; además de enfocarse sólo en el aspecto memorístico
o reflexivo, pues no se trabaja en conexión con los otros dos centros de la
emoción y el cuerpo. Nuestra sociedad, y la Academia en concreto, pone en valor
sólo lo intelectual, pero los seres humanos somos seres holísticos, y estamos
formados por más partes (según Gurdieff, por tres centros que son el mental, el
emocional y el instintivo-motor). Eso sin mentar que somos seres
interconectados e interdependientes con el resto, con la naturaleza, con las energías
que nos rodean, influidos por las generaciones pasadas... A mi entender
personal y profesional, intentar obviar todo eso, es negar la realidad.
Cuando trabajo en mis asignaturas o en sesiones de
Arteterapia con el alumnado, suelen salir a la luz muchos bloqueos,
inseguridades, miedos, dolores emocionales y corporales, tabúes... Eso me
constata que es necesario e importante incluir en la docencia y en la profesión
el autoconocimiento y la integración de esos tres centros de los que he hablado
(pensar-sentir-actuar).
12.
¿Podrías
hablarme de la escasa enseñanza de técnicas y recursos (en lo que respecta a la
guía docente del grado) a lo largo en el grado de Trabajo Social?
Lamento decir que no conozco todos los contenidos
de todas las asignaturas, ni he hecho recientemente una revisión de la guía
docente del Grado, por lo que no puedo posicionarme en ese sentido.Remito a la respuesta que he dado en la pregunta 11.
13.
¿Cree
que los estudiantes del grado de Trabajo Social están motivados para un
desarrollo futuro de la profesión?
Me surge la duda de qué significa “un desarrollo
futuro de la profesión”. ¿Hablamos de la resiliencia de la profesión para
adaptarse a las nuevas realidades y situaciones laborales?, ¿hablamos de si
están motivados/as para trabajar de la profesión?
En la vida hay de todo, y en las clases encuentro
alumnado motivado y alumnado desmotivado. Encuentro también alumnado con muchas
ganas de cambiar el mundo, con mucha capacidad de reflexión, de crítica, a
veces desde la exigencia y desde la prepotencia. Otras veces desde niveles
constructivos y dialogantes.
Con los años he visto también cómo algunas
personas que vienen a estudiar a la universidad son todavía adolescentes, por
muchos veintipico años que puedan llegar a tener. Tienen actitudes de falta de
respeto con sus propias/os compañeras/os y con el profesorado, y un desdén
hacia la Academia, que me resulta vergonzoso. Se mueven desde la exigencia,
pero dan poco. Si tienen esas actitudes en clase, ¿de qué manera se comportarán
cuando estén trabajando?
Respecto al adaptarnos a los nuevos retos
sociales, económicos, … no nos queda otra. Por ejemplo, desde hace unos años se
ha venido desarrollando el trabajo social autónomo, en el que yo me encuentro
con la creación de mis proyectos “Terapias con Arte” y, en pocos meses, “Mujer
Semilla”. Antes, cuando yo estudiaba, no se hablaba en absoluto del
emprendimiento en Trabajo Social, y hoy hay incluso jornadas y charlas sobre
emprendimiento en Ciencias Sociales a las cuales tengo el honor de haber sido
invitada en varias ocasiones en la UPO. También existe una Asociación Nacional
de Trabajadoras y Trabajadores Sociales en el Ejercicio Libre. Sin
embargo, también soy precavida con esto del emprendimiento, porque nos lo
venden como la opción estupenda en estos momentos de precariedad económica y
laboral, cuando emprender es complejo en España porque hay pocas facilidades
para hacerlo. Pero bueno, está siendo una manera de adaptarnos a las nuevas
realidades y de poder impulsar nuestros propios proyectos sin depender de terceros.
14.
¿La
enseñanza de más recursos y técnicas importantes para el desarrollo de la
profesión y adecuadas intervenciones llevaría a los estudiantes a una mayor
motivación?
Creo que cuando las personas conectamos con el
corazón, y además esto lo llevamos al cuerpo, y la mente entra en juego como un
elemento más pero no el único, las personas nos motivamos. Si una carrera tan
humana y humanista como es el Trabajo Social pudiera tener más puesta en
práctica de habilidades sociales, si el alumnado pudiera practicar más la
puesta en práctica de técnicas concretas, si los recursos que se les enseñan
están actualizados, estaría, sin duda alguna, mejor preparado.
Pero, ante todo, creo que la mayéutica de
Sócrates, que creía que la persona tiene dentro de sí muchos conocimientos y
capacidades, y que las buenas preguntas pueden hacer que la persona encuentre
dentro de sí buenas respuestas, podría ser un método de enseñanza donde en vez
de tanto valorar la memoria pudiéramos valorar la reflexión. Esta capacidad
reflexiva, resiliente, capaz de encontrar nuevas soluciones creativas a
problemas sociales, es lo que necesita un /a profesional del trabajo Social
para trabajar, y no sólo convertirnos en repartidoras de recursos, perdernos en
burocracias o repetir formas de actuar que no producen un cambio social.
15.
¿Qué
considera que habría que hacer para tener una buena intervención con el
usuario?
· - Ante todo, la
autoescucha y observación interior de uno/a mismo/a, qué se me está moviendo
cuando estoy ante esta persona, qué emociones y pensamientos me surgen a cada
segundo. Tener conciencia del aquí y el ahora de cómo estoy en relación al
otro, así como el ser capaz de observar a los personajes internos del ego que
nos dan la vara y quieren regir nuestras vidas (el desvalorizador, el exigente,
el juez, el controlador...) para desenmasacarlos sabiendo identificarlos,
observarlos sin juicio, y poder pensar-sentir-actuar desde mi ser esencial y no
mi ego.
-
- En esa
autoescucha, hay que ser tan conscientes de la respiración como puedas a lo
largo del día, y de cómo está mi cuerpo. ¿Dónde siento la tensión cuando hablo
con esta persona?, ¿si respiro se disuelve?, ¿soy capaz de soltar el aire?...
· - Lo tercero,
es haber pasado por ese proceso de humildad que te da el haberte topado con tus
propias miserias, dolores, tabúes, problemas... porque de ese modo podrás mirar
a la persona de otro modo, con mayor compasión.
·
- No dejarte
desbordar por tus propias emociones, pero sí reconocer tus propias emociones e
incluso hacérselas saber o mostrar a la persona. Porque lo que el otro me
cuenta me llega, me toca, me interpela. Sinceridad, ser capaz de expresárselo
al otro.
· -
Confiar en
nosotras/os, sabemos hacerlo y lo hacemos bien, y a la vez confiar en el
Misterio, en la Vida. A veces, que una persona pueda resolver sus problemas,
que aumente su autoestima, que cambie de vida, no dependerá de nosotras/os.
Poner lo mejor de nosotras/os mismas/os, y además confiar en que somos canales
para que la Vida se ocupe de poner las cosas en su lugar.
· -
Identificar
qué es mío y qué no. Yo sólo puedo hacerme cargo de mí misma/o, de mis propias
emociones, pensamientos y actitudes.
· -
Respetarme a
mí misma/o, no hacer nada que sea excederme en mi autocuidado, porque si me
desbordo, si me pierdo, no puedo estar disponible para el otro. Pero si no he
seguido el punto 1 que he escrito anteriormente, esto será difícil.
· -
Escuchar a la
persona de manera activa, lo cual significa ser capaz de atender al punto 1 y a
la vez estar presente en el aquí y el ahora para estar disponible para el otro.
Si de verdad estoy presente para el otro, será más difícil que se puedan
mezclar mis propias necesidades con las del otro, y la relación de ayuda será
más limpia y acertada.
· -
Trata a las
demás personas como te gustaría que te trataran a ti.
· -
Recuerda que
la relación que se cree con esa persona, será lo más importante. Si confía en
ti, si es capaz de abrirse... Cuida esa relación, lo cual no significa que haya
que hacerse amigos, que haya que sobrepasarse en funciones (recordemos el
autorespeto y autocuidado).
· -
El mapa no es
el territorio. Cada persona es un mundo, cada situación es diversa, la realidad
es poliédrica, un territorio es en realidad muchísimo más de lo que un
simple mapa podría representar. Cada persona puede tener un mapa diferente con el
que interpretar la realidad, si comenzamos la relación hay que tener presente
esto, para no hablar cada uno un “idioma” distinto.
· -
Mimetizar el
lenguaje para que la persona pueda comprendernos.
· -
Humildad,
humildad y humildad.Revisión y supervisión.
· -
Creer en las
capacidades de las personas, ofrecerles luz, esperanza, creer en ellas. Tal vez
no puedo cambiar tu situación, no puedo ayudarte en nada, pero estoy aquí y te
escucho, te sostengo, o te contengo.
· -
Y podríamos
seguir mucho más... o no.
16.
¿Cómo
definirías la carga burocrática dentro de la profesión de Trabajo Social? ¿A
qué cree que se debe dicha carga burocrática?
Los humanos necesitamos controlarlo todo desde la
mente para creer que tenemos el poder, controlamos con papeles para creer que
controlamos la realidad. Pero la realidad siempre supera la ficción.
El Trabajo Social ha de salir de la burocracia que
no es eficaz. No significa que no haya que tener unos procedimientos, unos
documentos, un sistema de calidad, pero si estos nos quitan tiempo valiosos
para hacer nuestro trabajo, si no se adaptan a la realidad de la persona, si en
vez de ayudarlas y estar a su servicio estamos al servicio de los papeles,
entonces hay que cambiar esto.
17.
¿Qué
barreras supone esta carga burocrática dentro de la profesión?
Puede suponer no poder hacer nuestro trabajo, no
poder estar al servicio de las personas. Puede suponer una limitación en lo que
puedo ofrecerle a la persona.
Yo me he encontrado con esta situación, trabajando
en una ONG en la que sólo se podía hacer con las personas lo que aparecía en el
sistema informático que había que rellenar cada vez que hacías algo con la
persona. La atención emocional no se contemplaba, por lo que no debía dedicar
tiempo a eso porque, si no, no podía justificar a qué había dedicado las horas.
Evidentemente, siendo como soy, no seguía las normas, si bien eso lo pagué
posteriormente. Pero si volviera a estar en esa situación, ente a las personas
a las que yo acompañaba en aquel momento, volvería a hacer lo mismo, porque una
atención integral ha de atender las emociones y si no, no es Trabajo Social.
18.
¿Esta
carga burocrática permite intervenir bien con el usuario? ¿Existe motivación
para el empleo de técnicas en la intervención?
Creo que son dos preguntas de ámbito diferente. La
respuesta a la primera es un rotundo no, la carga, nunca permite establecer un
buen trabajo, y si es burocrático sólo entorpece y altera las prioridades
dejando de colocar a la persona en el centro de la intervención.
Respecto a la segunda pregunta, no entiendo bien a
qué se refiere cuando dices emplear técnicas de intervención. ¿Qué es para ti
una técnica, con quién la quieres emplear, para qué...?
19.
¿Qué
opina acerca de la rutinización por la que está pasando el desarrollo de la
profesión del Trabajo Social?
Bueno, esa afirmación de que el Trabajo Social
está pasando por una rutinización, yo no la comparto como una verdad exacta.
Dependerá del profesional, del lugar de trabajo, de la entidad, del servicio...
Me preocupa que estudie esta carrera personas que
de verdad no tienen la vocación y el respeto por las demás personas, me
preocupa que las/os profesionales no miren dentro de sí y el autoconocimiento
les parezca cosa de locos, me preocupa la precariedad laboral que vivimos en la
profesión, los contratos precarios, la explotación a la que nosotras/os
mismas/os nos hacemos y la que nos hacen en los lugares de trabajo, la dinámica
de algunas entidades que no solucionan, que no revisan sus formas de actuar y
que año tras año están en lo mismo... Todo ello influye en la rutinización, en
la falta de energía y de motivación para hacer las cosas diferentes, en la
desidia y la desgana.
220.
¿Propondría
algún cambio dentro del desarrollo de la profesión? ¿Cuál?
Para seguir en la dinámica de mi discurso,
propondría recordar la frase “Conócete a ti mismo”, acompáñate a ti en tu
propia vida para vivir con más libertad, presencia y verdad, para poder
acompañar a otras personas desde el Trabajo Social.
1.